Aún no me repongo de tantas emociones y tanto estímulo visual. Hay demasiada gente para mi gusto, me siento sofocado. Voy hacia al fondo del pabellón como buscando aire, encuentro más stands. En este lado no abunda el público. A quien veo no logro reconocerlo a primera vista hasta que identifico la sección: es de la escuela de cómics, la única acreditada en los EE.UU. Me acerco y saludo de lejos al maestro Joe Kubert. No sólo lo considero un genio clásico de todos los tiempos sino también creo que es el único artista que no ha perdido ni un ápice de su calidad a pesar de su edad (84 años).
Se aproxima a mí, está comiendo una manzana, le digo que no se preocupe, que termine su manzana. La deja de lado para atenderme (confirmo la humildad de los grandes), le digo que lo admiro de hace mucho y que muchos amigos de mi país también, conversamos un poco, le pregunto sobre futuros proyectos. Me explica acerca de una serie de gansters. Le bromeo sobre crear una serie de incas en la linea de Tor, él se lo toma en serio, me promete investigar el tema. Nos interrumpe un par de tipos con cámara para una entrevista pero alcanzo a inmortalizar el momento. Recién caigo en cuenta que acabo de conocer a uno de mis ídolos, hago un gesto de satisfacción plena y sigo caminando.
Percy Vegas.
Se aproxima a mí, está comiendo una manzana, le digo que no se preocupe, que termine su manzana. La deja de lado para atenderme (confirmo la humildad de los grandes), le digo que lo admiro de hace mucho y que muchos amigos de mi país también, conversamos un poco, le pregunto sobre futuros proyectos. Me explica acerca de una serie de gansters. Le bromeo sobre crear una serie de incas en la linea de Tor, él se lo toma en serio, me promete investigar el tema. Nos interrumpe un par de tipos con cámara para una entrevista pero alcanzo a inmortalizar el momento. Recién caigo en cuenta que acabo de conocer a uno de mis ídolos, hago un gesto de satisfacción plena y sigo caminando.
Percy Vegas.
